Las amigas de esta chica sabian que el novio era un patán hecho y derecho, pero como la harían hacerla entrar en razón; la respuesta era un antro. ¿Que culpa tenía Winnie Pooh?

Episodio Transcrito

Transcripción

Hola qué tal chicas y chicos, bienvenidos a este su primer episodio de Infidel, el cual van a ser relatos de infidelidades. ¿Cuál va a ser la dinámica? Bueno pues simplemente se van a ocultar nombres y se van a meter algunos lugares, eso para no exponer y ocultar pues la identidad de las personas involucradas y pues obviamente para también ocultar la voz de la persona pues se van a poner un efecto a la voz y pues bueno estamos aquí con la con la primera. La otra dinámica va a ser, la invitada va a ser Leticia o Alicia.

Leticia es la que pone el cuerno, la amante, la otra y Alicia es a la que le ponen los cuernos y pues bueno tenemos nuestra primera invitada que es Leticia, Alicia. Alicia primeramente, bienvenida Alicia, ¿cómo estás? Hola, bien. A ver cuéntanos del Suso Dicho, ¿dónde lo conociste para entrar en contexto en primer lugar? ¿Quién es? ¿Quién fue? El Suso Dicho fue mi novio durante siete años, lo conocí en… ¿dónde lo conocí? Ah, en el lugar donde vivía, por una fiesta, una fiesta que hacen mis vecinos y ahí lo conocí.

Entonces era como tu vecino entonces. Se puede decir que sí, pero él vivía en un lugar, bueno, se les llama Cotos y vive en el Coto de Alaba. Ok, entonces ya se conocían desde hace mucho tiempo o nada más se veían? No, no nos conocíamos, nos conocimos en esa fiesta porque mis vecinos lo invitaron.

Ok, entonces fue en tu casa entonces. Fue en el Coto donde yo vivía. Ok, entonces fue una fiesta, obviamente pues se flecharon, se conocieron, se empezaron a conocer, sus teléfonos, mensajear y ¿hasta dónde llegó esa relación? Me dijiste que siete años con él, o sea que se comprometieron.

Sí, nos íbamos a casar. Ah, se iban a casar. Así es.

O sea, pero son siete años, o sea, me estás diciendo que una relación de siete años se fue a Pique. Sí. Híjole, pues muchísimo tiempo.

¿Qué pasó? Pues todo iba bien dentro de lo que cabía. Cinco años maravillosos, la verdad es que le pusimos mucho empeño y después de ahí pues ya empezaron los problemas. O sea que a los dos años, a los cinco años bien.

Muy bien. Pero en esos dos años empezaron los problemas, o sea, ¿cómo qué tipo de problemas? Fue, no sé si fueron las amistades. Las amigas, las amiguitas.

Las amiguitas, yo creo. Todo el mundo me decía que, bueno no todo el mundo, había una chava que me decía que cuidado que me estaba poniendo el cuerno. Obviamente yo no lo quise se acomover porque pues yo estaba cegada así de no, el güey sí me quiere, ya llevamos cinco años juntos, bla bla bla.

O sea, ¿nunca te pasó por la mente? No, nunca me pasó por la mente hasta que empezaron realmente los problemas, ya cuando íbamos a cumplir como siete años. Fue como muy… O sea, lo empezaste como muy distante, ya no era el mismo. Exactamente, ya no era el mismo, ya era como muchos problemas, o sea, le decía ¿dónde estabas? y ¿se alteraba? ¿qué estás haciendo? ¿por qué no has venido? y ya era como alteración, así de ¿qué te importa? ¿estoy en el trabajo? O sea, ya era como muy muy problemática ya la relación.

Como el séptimo año entonces. Sí, ya como el séptimo año. O sea, ¿y ya estaban comprometidos? Ya, ya estábamos comprometidos.

O sea, ¿por qué le diste el sí si tenían todos esos problemas? No, porque fue a los cinco años cuando me comprometí, o sea, nos comprometimos y dijimos no, hay que esperarnos todavía un poquito más, vamos a ir viendo cómo van las cosas, bla bla bla, y entonces empezaron los problemas. Cuando empiezan los problemas, yo me hice como de la vista gorda, y ya empezaron, como que iban subiendo de tono. O sea, ¿ya se insultaban, por así decirlo? No, insultos no, simplemente era como que ay ya, como que vale, me voy con mis amigos y hago esto y a ti te dejo en la casa.

Ah, ¿ya vivían juntos? Sí y no, o sea, como entre que sí y no, y yo a veces iba y a veces me quedaba con mis papás y así. Ah, pues entonces él ya tenía su propia casa, o sea, él vivía en su propia casa, entonces a veces te quedabas dos, tres días. Entonces ya tenían como que una relación de conjugal, por así decirlo.

Así es, entonces ya eran más problemas y yo decidí quedarme, cuando eso sucedió, ya quedarme con mis papás. O sea, fue así como que no, ya no voy a tu casa, mejor me quedo aquí. Entonces, después de eso, después de que empezaron a subir como de tono, el problema, los problemas, porque era como así de la nada, me habla una noche una amiga, me dice, ¿qué onda güey, qué estás haciendo? Y ella cae en la disco.

Y yo, nada, aquí estoy en mi casa, vente, ven, estamos en talantro, ¿no? Y yo, no, que hueva, que no sé qué. Dice, ¿por qué no saliste con fulanito de tal? Con Ricardo. Vamos a ponerle a Ricardo.

Con Ricardo, ¿por qué no saliste con Ricardo? Y me dice, le dije, no, pues, no tenía ganas, no. No, sí, vente, que no sé qué. Y yo, no sé, ahorita veo.

Y pasaron como 20 minutos y dije, pues va. El güey no sé dónde está, si está en su casa, si no está. O sea, yo no le hablaba así como que.

O sea, no había la comunicación que había antes. Exactamente. O sea, entonces ya como que te valía la relación o les valía.

No, ya era como de que, ay, ya no le voy a hablar porque no sé, son puros pedos. Dice que lo estoy vigilando, dice que esto y que lo otro. O sea, nos despedimos ese día, así, a las 8 de la noche, normal.

Bye, que te vaya bien, que se quede, que se quede otro. X, ¿no? Cada quien para su casa. Entonces dije, pues, bueno.

Y le hablé, sí, ahorita me cambio y voy para allá. Ok. Y cuando voy llegando, este, el antro donde íbamos, para entrar subías unas escaleras y bajabas otras.

Ok, ok. Y entrabas directamente como a la pista. Ok.

Sí, entonces pues ya le dije, ay, sí voy para allá y que la fregaba. Y ya pues me fui, entré al antro, subí las escaleras. Ok.

Bajé las escaleras y había alrededor de la pista, había mesas. Ok, ¿estaba oscuro? Pues ahí no tanto. Ok, ok.

Entonces, cuando voy bajando las escaleras y veo la pista y veo las mesas que eran las de VIP, pues ahí estaba Ricardo con, bueno, Planita. ¿Que tú ya conocías? No, no, yo ni siquiera, nunca lo había visto. Oye, pero tus amigas entonces te invitaron porque lo vieron? Sí, exactamente.

Ah, y no te dijeron nada. No, no me dijeron nada. O sea, no me dijeron, ven güey, o sea, vamos a divertirnos un rato y ya, así.

Ok. Entonces, ya me estaban esperando mis amigas ahí. Y cuando voy bajando las escaleras, pues voy viendo a Ricardo en pleno faje, ¿por qué no? Ah, o sea.

Con la tipa. Ok, ok, ok. Sí.

Entonces, de repente sus amigos empezaron a voltear a verme, porque obviamente yo estaba en las escaleras y se veía directo. Y le empezaron a decir güey, güey, que no sé qué. Y el otro así de.

Ah, o sea, realmente estaban fajando entonces. Sí, estaban fajando. Ok, ok, ok.

Sí, fajando ahí, fajando, fajando, fajando. Y nada más le dijeron güey, que no sé qué, y le empezaron a voltear, ¿no? Yo, si hubiera sido otra, hubiera llegado y le hubiera dado, no sé, una cachetada, le hubiera aventado la copa de vino, la chingada, ¿no? Pues el desquite, ¿no? Ajá, pero no. Yo lo volteé a ver, me vio, me di la media vuelta y me salí.

El güey me quiso como alcanzar, pero, gracias a Dios, mi carro seguía como ahí parado, no se lo había llevado los del Ballet Park. Ok, ah, ya, ya, ya. Entonces me subí en chinga al carro y me fui a casa de mis papás, apagué el celular, apagué todo, cerré.

Obviamente el güey no iba a ir a hacer una cena a casa de mis papás por lo que había pasado. Nada, este, al siguiente día. Ah, ¿no fue entonces? No, no fue, o sea, sí me estuvo marcando, pero yo apagué el celular, o sea, bye, a la chingada.

Oye, pero cuando llegaste, ¿no sentiste las miradas, ahorita que ya, que ya más o menos te acuerdas, no sentiste las miradas de tus amigas de chinga que se va a armar, o equis? No, porque ya sabían, o sea, ellas ya sabían que me habían hablado y que yo iba a llegar y que iba a ver al güey. Ah, ok, pero tú jamás, o sea, jamás tú les diste las caras a ellas y así como, algo está raro. No, no, no, o sea, porque yo iba bajando y en lo que iba bajando ellas estaban así al final de las escaleras.

Ok, las supieron ocultar entonces. Sí, pero yo nunca, o sea, nunca las vi a ellas porque estaba volteando a ver dónde estaban. Ah, ya.

O sea, porque me dijeron, estamos aquí en la pista del lado izquierdo, o sea, directamente ya con, o sea, para que yo me fijara a dónde estaba el güey. Sí, sí, ya, ok, ya. Entonces en eso ya pasó eso.

Llega el siguiente día. Ok. A las nueve de la mañana.

Llega un enorme, así, así, así, un enorme ramo de rosas. Ramo buchón. Sí, ramo buchón.

Pero no rojas, a mí no me gustan las rosas rojas. Ok. Me gustan las rosas, eh, rosas.

Rosas. Con alcatraces. Ok.

Entonces llegó un excelente ramo. Y a mí en ese entonces me gustaba mucho Winnie Pooh. Ok, ok, ya no.

Ya no. A raíz de eso ya no. A raíz de eso odio Winnie Pooh.

Me llegó un pinche Winnie Pooh, así, de un metro yo creo, así enorme. Perdón, y con la tarjeta y la chingada. Y yo dije, ¿por qué chingados tengo que estar sufriendo por un güey? O sea, por la noche llegaste, o sea, ¿fue algo para ti X o realmente? No, obviamente yo llegué y me encerré en el cuarto, chillé, dije, ¿por qué chingados? O sea, ¿para qué? ¿Por qué lo hizo? Si ya no me quería, o sea, ¿por qué no me lo dijo? Habíamos terminado.

¿Pero tú nunca sospechaste? Dije, tenemos un chingo de pedos. ¿Sabes qué? O sea. O sea, yo dije, esto va a ser pasajero, lo vamos a superar.

A lo mejor esto es una mala racha, o X o Y, ¿sabes no? O sea, no sé, yo sentía, yo la verdad lo amaba un chingo. Ok. Un chingo.

Entonces yo decía, lo vamos a superar, bla, bla, bla, bla. Pero, o sea, se llegó ese día y mis amigas me abrieron los ojos bien cabrón, porque ellas ya lo habían visto, o sea, ellas ya me habían dicho. Ok.

Obviamente yo decía, están pendejas, ¿cómo creen que la chingada? O sea, ¿como quién dice? Hasta no ver, no creen. Sí, claro. Este, y al siguiente día dije, no más lágrimas, a la chingada, esto se acabó.

Pero eso era como, era como en mayo, más o menos. Ok. Mayo.

Agarré las cosas que me dio, porque, ay, ¿te mandó esto Ricardo? Este, y dije, ah, sí, ya leí la pinche tarjeta y dije, ah. Dije, no, no mames. Dije, no, ni una lágrima más por el cabrón, que no me supo valorar.

No viste, o sea, a él no lo viste. Nada más te llegaron el ramo buchón y tú, oh, ok, ok. Al güey no lo vi.

Y dije, me volteé a ver la mano, o sea, con el anillo y dije, ¿qué chingadas? Dije, no, yo no soy para esto. Ok. O sea, yo no, no vale la pena el cabrón, no vale la pena el que lo perdone, vivir este, todo el tiempo en, si me va a ser infiel, no me va a ser infiel, se ve con otra, no se ve con otra, bla, bla, bla.

Dije, no. O sea, que, él pensó que con el ramo buchón y el güey no pudo, lo ibas a perdonar. Ajá, yo creo.

O sea, entonces, como, ¿en qué concepto te tenía? No sé. Entonces, o sea, así como que, ay, aquí esta, esta babosa. Ah, ok.

Sí, o sea, como la cagaba y me mandaba algo, o sea, pero como yo no había visto nada, ¿sí?, ¿sabes? O sea, mandaba como cosas y decía, ay, me va a perdonar. O sea, que ataste cabo, o sea, por ejemplo. Sí, até cabo.

Ok, ok, ya, ya. Sí, até cabo de que cuando me mandaba algo, era porque había hecho algo. Ah, ya.

¿Sí? Sí, sí, claro, ya. Entonces dije, no, a la chingada. Y mi mamá, pues, me vio hinchada y me dice, ¿qué tienes? Y yo, este, voy a terminar con Ricardo.

Me dice, ¿pero por qué? Dije, no, ya, a la chingada. Le dije, no te quiero contar porque me voy a soltar chillando otra vez. Ok.

Este, me dije, aguántame y luego hablamos. Entonces agarré el carro, porque el carro me lo había dado él. Ok.

Agarré el carro, subí sus pendejadas que me dio. O sea, su pinche ramo buchón y su Winnie Pooh. Los metí al coche.

Salí de la casa. Fui hasta su casa. Ok, o sea, tuviste los huevos para ir a tu casa.

Ok, ok, ok. Sí, sí, sí. Fui a su casa.

Ni siquiera le toqué ni nada, aventé todo. Le aventé su pinche anillo. Así se lo tiré.

En cuanto escuchó que yo llegué, pues salió, ¿verdad? O sea, ya le había aventado eso. Yo lo iba a hacer como rápido e irme. Ok.

Pero no. Y salió y me dijo, es que perdóname, yo te amo. Que la chingada.

Le dije, tú no amas a nadie. La verdad. O sea, primero amate a ti, respétate a ti.

Y luego vas y dices que amas a alguien. Sí, claro. Y me dice, no, espérate.

Y yo, a la chingada, que no sé qué. Están tus pendejadas. A mí no me vuelvas a buscar.

Vete. No, que la chingada. Que no.

Vete. Me quiso agarrar, pero estaba su mamá ese día ahí en su casa. Ok.

Entonces salió mi ex suegra. Y le dije, ¿qué está pasando? Y yo, dígale a su hijo que me deje en paz. Muchas gracias por todo.

Con usted no tengo ningún problema. Pero a su hijo, que se vaya a la chingada. Y me dice, pero, ¿qué pasó? Y le dije, pues me puso el cuerno ayer así, así, así, así.

Lo vi y la chingada y a la chingada. ¿Quieres saber qué pasó? Eso pasó. A la chingada.

Me voy. Y le aventé todo. Y como que ya salió su mamá y como que le dijo, no.

O sea, ya. Me mueren. Sí.

O sea, y ya me di la media vuelta y me fui. Obviamente, me estuvo buscando todo junio. Ya era junio.

Ya era junio. Todo junio me estuvo buscando. Y yo les decía que se fuera a la chingada.

Que no se quede. Entonces, no me dejaban en paz, no me dejaban en paz. Y yo hablé con mis papás.

¿Saben qué? Pasó esto, esto y esto. Hablé con mis abuelos. Y mi abuelo dijo, en ese tiempo, dijo, OK, te vas.

Me compró, me compró un boleto de avión. OK. Me fui a estudiar inglés a Estados Unidos.

No voy a decir qué parte de Estados Unidos, pero me fui a estudiar a una universidad. Mi abuelo me sacó de la depresión así. Dijo, tú no te vas a deprimir.

Tú no te vas a quedar aquí. El güey no se lo merece. Nada.

A la fregada. Vete. ¿Eso fue cómo en? En junio.

¿Junio? Sí. O sea, a finales. Yo estaba trabajando en ese entonces.

Entonces los vacaciones empiezan como julio. Empezaban en ese entonces como julio. Y entonces me fui.

El güey me seguía insistiendo. Tuve que cancelar todas mis líneas. En ese entonces traía el Excel, traía celular.

O sea, cancelé todo y yo me fui a Estados Unidos. Me fui por seis meses. Seis meses.

Seis meses. Regresé. Me siguió buscando el güey, pero yo ya estaba así de que, o sea, no, güey.

O sea, no. Aparte ya me habían dicho así de que, güey, le ando pretendiendo a una de aquí a la vuelta y la chingada y que no sé qué. Y dije, güey, puse para que, o sea, llegó un día, una noche y me dice, quiero hablar contigo en serio, que no sé qué.

Dije, bueno, pues vamos a hablar, ¿no? Me subí a su coche. Me puso una canción. Así de, fue una canción.

Ni me acuerdo quién chingados la canta, pero decía algo así de que quiero que seas mi esposa y la chingada y no sé qué más, madre. Y yo así de, ajá. Oye, pero en esos seis meses no pensaste en él y no dijiste, déjala yo otra oportunidad, lo extraño.

Lo extrañaba horrible. O sea, porque nunca voy a haberse parado de él. Pero no, o sea, esos seis meses me hicieron ver que hay más mundo, hay más cosas aparte de la relación.

No conociste a alguien allá. No, no conocí a nadie. Me divertí como, no tienes una idea, porque yo ya había cumplido mis 21 años, ya era legal en Estados Unidos.

Y mis primos que viven allá, fue así de que vámonos de pedo, vámonos de andro, estudia, diviértete, conoce. Nos fuimos para acá, nos fuimos para allá, nos fuimos a muchos lados. Pues te distrajeron.

Sí. Entonces, como que lo superaste entonces. O sea, tú llegas aquí.

Yo llego aquí con otra mentalidad. OK. Obviamente, no lo dejo de querer.

OK. Porque fueron siete años de relación. Sí, claro, pues.

Fue mucho. ¿Que lo conociste en secundaria? No, en la prepa. Como en cuarto semestre.

Entonces, ya pasan esos seis meses, llego aquí, pasa eso que te digo, que me dijo y le dije, o sea, tú no quieres a nadie, güey. O sea, quédate un poquito, supérate un poquito y después de que andes de cabrón, buscas a alguien bien. OK.

Y así quedó. Pasan los años, pasan muchos años y tenemos muchos amigos en común. ¡Uy! Muchos.

Pues son siete años. Ajá. Me dice un amigo, güey, nadamos en una pedra y la chingada, ¿no? Y dice, güey, te voy a confesar algo que me dijo Ricardo, que él nunca se va a casar con otra que no hubiera sido tú y la chingada, ¿crees que? Y de hecho, así es.

O sea, no está casado, está con alguien, ya tiene dos hijos. OK. Pero al matrimonio no la llevó.

Y yo así de, na manches. Y me dice, sí. Y de hecho, su hermana una vez me la topé en un lugar donde yo trabajé.

OK. Me la topé. Yo ya tenía mi anillo de compromiso porque ya estoy casada.

OK. Ya estoy casada. Llevo igual siete años con mi marido.

OK. Muy feliz, muy contenta. Me la topé cuando mi marido me dio el anillo de compromiso.

Yo estaba trabajando y de repente me la topé. Y me dice, hola, ¿cómo estás? Que no sé qué. Cuando ella me había sotanizado y la chingada porque había dejado a su hermanito, ¿no? Y yo así de, ah, bien, ¿y tú? Bien.

Oye, deberías de volver con Ricardo. Es que la vieja que traes está loca. ¿Y crees que? Y yo así de, señándole mi anillo, ¿no? Y dije, no, con permiso, yo me voy a casar.

¿Te vas a casar? Y yo, sí. Soy muy feliz. Muchas gracias.

Si tu hermano no puede ser feliz con ella, pues que la deje, ¿no? O sea, ¿para qué estar con alguien que no quiere? Y pues parece ser que siguen juntos. Tiene dos hijos, pero sí, nunca la llevo al altar. O sea, ¿y ya nunca lo volviste a ver? ¿Jamás te buscó él otra vez? Sí, o sea, durante ese tiempo sí me buscó.

Te digo así, me buscaba, pero era así como esperadico. Y cuando ya vi que es que le estaba tirando el pedo a la otra de a la vuelta de mi casa, dije, no, vete a la chingada. Estás cabrón tú, estás cabrón, nunca vas a cambiar, nunca vas a hacer nada por mejorar y ya, a la chingada.

O sea, que tú todavía como que tenías una leve esperanza, o sea, como que dices, bueno. Pues sí, pues fueron siete años de mi vida y la verdad es que dije, a lo mejor ahí sí puede cambiar el wey. Después de los seis meses, o sea, dije, bueno, me sigue buscando, me sigue pretendiendo, sigue intentándolo.

Pero ya cuando me di cuenta que estaba también con la otra vieja, o sea, insistiendo, dije, no, vete a la chingada. Entonces que dijiste, no, bye. Bye.

Pues pudiste superar pues esta relación, no hay chavas que ni siquiera hacen el intento o se quedan súper clavadas o regresan con la persona. Sí. Híjole, ¿te divertiste en ese lapsus? Hiciste.

Sí, sí, sí, sí. O sea, a la chingada con todo y vamos. A la chingada con todo, vamos a disfrutar.

Porque pues estaba joven la verdad. Pues 21 años, ¿no? No, yo ya había cumplido 21 años en ese entonces. O sea, ya tenía más de 21 años cuando me fui para allá.

OK. Híjole, pues muchas gracias. Muchas de nada.

Ahí un tatuaje pendiente contigo. Ya eres. Aquí fuiste Alicia, pero por ahí me contaste que fuiste Leticia también.

Fuiste una bitch bien hecha. Sí, dije, si ellos pueden hacerlo, porque chingados nosotros no. Y sí.

OK. Bueno, pues ya para no hacer largo este podcast, pues, este primer episodio, pues ya luego me cuentas tu historia como Leticia. Te la contaré como Leticia.

Como la bitch. Bueno, pues este fue el primer episodio. Chicas, chicos, ahí si se aparece algo en ti, pues ahí describienos un comentario o algo.

Y si quieres participar en estos relatos, pues ya nos mandas un mensajito. Y pues bueno, bueno, Alicia, nos estamos viendo entonces luego para el próximo episodio como Leticia. Sale.

Me parece perfecto. Vale, pues cuídense mucho. Bye, bye, chicas, chicos.